Estoy bien. Astilla bien. Por un lado, gaste todos mis ahorros en una Nikon, que es el amor de mi vida (artilugio), pero tengo que aprender a usarla y adecuar sus funciones y toda la bola. También aprendí a hacerme el capuccino más rico de todo el planeta tierra, es una fusión de todas las cosas que más me gustan (canela, coco, chocolate aguila).
Pero algo tenía que equivaler a mi tan simple felicidad, y nada menos que el colegio se predispuso a hacerlo. Igual todo está controlado (eso espero). En parte también es por Paul, se acerca la fecha y todo el mundo habla de eso. No poder presenciarlo es algo que me hunde totalmente en una depresión que dura unos minutos, hasta que el tema de conversación se esfuma y escombros zumbean en mi cabeza.
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