Falta como un maldito mes para que esa odiada canción deje de interrumpir mis hermosos sueños a una hora claramente no deseada, un mes para poder usar mi tiempo en lo que mi ombligo desee, un mes para seguir el instinto de mis piernas y no de mi rutina. Bueno, todo esto si pasamos por alto mis dos/una materias en diciembre. Y posiblemente marzo.
Porque el ambiente de verano es incomparable, ese vientito fresco que te empuja, te obliga a salir de tu casa, es definitivamente la brisa más linda. El momento que estás cerrando la puerta de tu casa y tocas el suelo y pensas tu destino. Me encanta.
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